Por décadas fue una tradición,... en realidad, desde que el Sargento Kiko había adquirido de un comerciante sueco el ostentoso artilugio afeitador. En realidad no era sueco, pero le decían "el sueco", por su cara, de frente era casi calcada de un zapato de madera europeo. La afeitadora en cuestión le había sido obsequiada por un traficante de telgopor uruguayo que al encontrarle utilidad, ya que era lampiño del cuerpo todo.
Esta rebanadora de vellos era berreta.
La tradición constaba de afeitarles los testítculos a los niños en su última noche en el lugar, y lo que la abuela Corticoides había temido por varios años...hasta casi lo había olvidado, casi logro engañarse de que podría escapar a ese momento en donde debía bajarse los lienzos y su secreto quedaría al descubierto....tenia pito....y más grade que el del sargento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario